Ventilación en épocas frías: renovar aire sin perder calor en el invernadero

HR, DPV y luz: cuándo abrir y por dónde sin perder calor ❄️

En invierno no buscamos “enfriar” el invernadero: buscamos quitar humedad sin regalar la temperatura que tanto cuesta mantener. La paradoja es sencilla: si lo cerramos todo para guardar el calor, el aire se satura, aparece rocío en la estructura y el cultivo queda expuesto a patógenos que adoran ese microclima pegajoso. La clave no es abrir mucho, sino abrir bien: en el momento oportuno, con las ventanas correctas y solo lo necesario para que el ambiente vuelva a respirar.


El clima tiene la última palabra: checklist previo ✔️

Imagina la escena a primera hora: fuera hace fresco, dentro el invernadero ha acumulado humedad durante la noche. ¿Qué nos interesa saber? Tres señales:

1) Humedad relativa (HR) y DPV

La HR indica cuánta agua contiene el aire; el DPV (déficit de presión de vapor) muestra si ese aire admite más humedad sin condensar. La combinación HR alta + DPV bajo describe un ambiente cerca del rocío: el cultivo transpira peor y aumenta el riesgo de condensación en superficies.

2) Radiación/luz

Un poco de radiación cambia el contexto térmico del invernadero. Cuando la luz empieza a levantar, el cultivo y el aire interior amortiguan mejor cualquier intercambio de aire. Si la radiación sube pero la HR no desciende por sí sola, es síntoma de un volumen interior saturado.

3) Viento y lluvia

En frío, el viento no es un número: son rachas y dirección. Las rachas pueden convertir una situación estable en corriente helada al nivel de cultivo; la lluvia añade humedad al entorno y moja plásticos y perimetrales. Con racha marcada o precipitación, el contexto es desfavorable para exponer el cultivo a entradas directas de aire.

Con las estaciones meteo de IKOS controlas HR, DPV, radiación, viento y lluvia en tiempo real.


Por dónde abre un invernadero sin quedarse frío

No todas las aperturas tienen el mismo efecto térmico.

Cenital

Es la vía más amable en días fríos. Arriba se acumula el aire más cálido y cargado de humedad; al salir por el techo no golpea al cultivo con un chorro frío. Se abre poco y se observa: si la HR desciende y el DPV recupera margen, vamos bien; si no, se mantiene un poco más. La meta es cortar la condensación y devolver el DPV a un rango cómodo.

Lateral

Sirve para cruzar aire, pero en frío exige respeto. Un lateral abierto de más —o con viento de cara— puede generar una corriente directa a nivel de planta. Cuando se recurre al lateral, mejor equilibrado (ambos lados o compensado) y con medida, para evitar “hachazos” de aire.

Recirculación interior (si existe)

Mezclar capas hace que los sensores reflejen el clima real y no una burbuja templada bajo cubierta. Con el aire interior bien mezclado, las decisiones se apoyan en lecturas honestas y el intercambio se reparte sin crear zonas frías locales.


Cuándo abrir y cuánto: la coreografía del día frío

La ventilación en frío se parece más a una coreografía que a una orden de “abrir y ya”. No hablamos de grandes aperturas; hablamos de aperturas breves y medidas en el momento en que el clima nos favorece.

Un ejemplo típico:

  • A primera hora, el invernadero amanece con HR alta. No abrimos todavía si fuera el aire corta como cuchillo y dentro no hay luz.
  • Cuando la radiación empieza a levantar, abrimos cenital con moderación. Observamos cómo responden HR y DPV. Si descienden rápido, cerramos y dejamos que el volumen de aire recupere temperatura.
  • Si la mejora es tímida, mantenemos un poco más o sumamos un toque de lateral (equilibrado), siempre respetando el viento.
  • A lo largo de la mañana puede hacer falta repetir la jugada. No por rutina, sino porque el clima lo pide: si la HR vuelve a subir y el DPV cae, es señal de que queda humedad por evacuar.

La sensación es muy clara cuando se hace bien: desaparecen las gotas en perfiles y plásticos, el follaje se seca antes y el invernadero deja de “oler a humedad”. Y lo más importante, la temperatura no se hunde porque no hemos abierto de forma prolongada ni en mal momento.


Cómo se nota que la maniobra fue buena (y cuándo no)

Una ventilación bien hecha se reconoce rápido, incluso antes de mirar números. El invernadero cambia de “ambiente pesado” a aire más ligero sin que la temperatura se hunda.

Condensación en estructura.
Pasa de gotas visibles a película fina o seca en perfiles y plásticos en pocos minutos. Si siguen las gotas colgando, el ambiente sigue saturado.

Follaje y pasillos.
Las hojas pierden brillo húmedo y el pasillo deja de oler a cerrado. Si aparece sensación de corriente a ras de planta, el intercambio fue agresivo.

Lecturas de HR/DPV.
La HR baja de forma sostenida y el DPV sale de la “zona ahogada”. Si la HR rebota enseguida y el DPV no levanta, faltó renovación o el momento no acompañaba.

Uniformidad térmica.
Menos diferencia entre techo y nivel de cultivo. Si arriba marca templado y abajo se siente frío, hay estratificación y la maniobra no la corrigió.

Estabilidad después.
Tras cerrar, el volumen recupera temperatura sin que vuelva el olor húmedo ni el empañado. Si la sensación pesada regresa en minutos, el invernadero no quedó “desatascado”.


Enfermedades, confort y energía: el equilibrio que buscamos

Cuando la ventilación en frío se hace “a ojo”, es fácil caer en dos extremos: abrir de menos (el invernadero gotea por dentro y suben botritis y compañía) o abrir de más (perdemos grados que luego echamos en falta todo el día). Trabajando con clima, el ambiente se estabiliza y se nota en tres frentes:

Sanidad del cultivo.
El follaje amanece mojado… y a media mañana está seco. Menos película de agua, menos puertas abiertas a patógenos.

Confort y uniformidad.
La temperatura deja de dar bandazos; arriba y abajo se parecen más, y el invernadero pierde ese “olor a cerrado” que delata saturación.

Uso sensato de la energía.
La renovación es la mínima eficaz: lo justo para quitar humedad sin vaciar calor, especialmente en tardes frías donde cada grado cuenta.

Ese es el objetivo: aire nuevo sin nevera, cultivo más sano y un invernadero que trabaja estable en días fríos.


Errores que enfrían sin querer (y por qué pasan)

Hay días fríos en los que “ventilamos” y, sin saber cómo, el invernadero se queda helado. No es azar: suele haber una causa clara.

Amanecer gris y sin luz.
Con cielo plano, el interior no amortigua. Entras aire frío y apenas reduces humedad: pierdes grados y sigues pesado.

Lateral con viento de cara.
El cruce se convierte en un chorro directo a nivel de planta. Se seca estructura, se enfría cultivo.

Abrir por costumbre.
“El de las nueve” aunque el clima no lo pida. Si HR ya cede o el DPV está en rango, esa apertura gratuita es calor que no vuelve.

Mantener demasiado una apertura que iba bien.
Al principio alivia; después empieza a vaciar calor. Falta ese momento de cerrar y dejar que el volumen se recomonga.

Creer a una sola sonda.
Techo templado y hojas frías = estratificación. Si miras un punto “optimista”, decides mal.

Fugas invisibles.
Juntas cansadas, lonas flojas o paños abiertos crean una “ventana permanente” que estropea cualquier maniobra.


Del dato a la acción: cómo opera IKOS en días fríos

Con las estaciones meteo y sensores de IKOS tienes en tiempo real las variables que importan y el contexto para interpretarlas; sobre esas lecturas, IKOS Connect ejecuta lo que hayas definido en tus programas de clima para campaña fría (de forma suave, con límites y prioridades).

Lo que se ve (y por qué importa)

HR y DPV — el estado del aire.
La humedad relativa indica cuánta agua lleva el aire; el DPV (déficit de presión de vapor) señala si ese aire admite más sin condensar. Viéndolos juntos entiendes por qué a veces el invernadero “se pega” aunque el termómetro marque bien y sabes cuándo conviene renovar sin tirar grados.

Radiación (luz) — el amortiguador natural.
La curva de primeras horas te dice cuándo el interior puede soportar mejor un intercambio. Ese pequeño despegue de radiación es la pista de momento favorable.

Viento — racha y dirección.
No vale solo la media. La racha anticipa golpes de aire y la dirección te dice qué lateral sería crítico. Con el anemómetro ves al instante si el exterior acompaña o exige prudencia.

Lluvia y entorno húmedo.
Detectar precipitación y superficies mojadas alrededor explica por qué un intercambio rinde menos o puede traer humedad de vuelta.

Uniformidad y lecturas honestas.
Con recirculación y sondas bien ubicadas, lo que aparece en pantalla se parece a lo que “sienten” las plantas: menos diferencia entre techo y nivel de cultivo y decisiones más fiables.

De dónde salen las señales.
Las lecturas exteriores llegan de IKOS Meteo (viento con racha/dirección, lluvia, radiación) y se combinan con los sensores interiores (HR/DPV, temperatura, PAR) para tener una foto completa del clima.

Cómo se traduce en maniobras (lo que puedes hacer con IKOS)

Ventanas.
La cenital lleva la voz cantante en días fríos: extrae arriba el aire más cálido y húmedo con el menor impacto térmico a nivel de cultivo. El lateral entra solo cuando procede y equilibrado, pensado para cruzar aire sin chorros fríos. Estas prioridades y recorridos se aplican según lo que definas en tus programas (umbrales de HR/DPV, franjas, límites por viento/lluvia).

Pantallas de sombreo.
En mañanas claras, la pantalla puede acompañar la ventilación para conservar grados durante el intercambio; su uso se integra en el mismo esquema de clima que gobierna las ventanas.

Nebulización.
No se aparca en invierno. Además de su papel clásico en enfriamiento, la nebulización es clave en antihelada: genera una niebla fina que eleva el punto de rocío y amortigua descensos bruscos cerca del tejido vegetal. Se coordina con el resto para proteger sin convertir el invernadero en una nevera.

Cómo se gobierna (prioridades, seguridad y trazabilidad)

Zonas y prioridades.
No todas las naves hacen lo mismo ni al mismo tiempo: se trabaja por sectores con comportamientos acordes a su arquitectura y exposición (cenital primero; lateral cuando conviene; recirculación para mezclar).

Límites de seguridad.
Viento y lluvia actúan como guardarraíl tal y como estén definidos: ante rachas o precipitación, se limita recorrido, se prioriza techo o se pausa la maniobra.

Ejecución y confirmación.
Las maniobras se ordenan desde IKOS Connect según tus programas. IKOS Controller hace de pasarela con campo: gestiona la comunicación con sensores y equipos, recoge el retorno de estado/posición y lo deja trazado en la app. Si hay discrepancias o un límite está activo, salta la alerta y se respetan las seguridades.

Histórico.
Cada apertura, cierre o apoyo de recirculación queda trazado junto a las lecturas que lo motivaron; afinar es cuestión de datos, no de ensayo-error.

La idea es esta: ves el clima con detalle (HR, DPV, radiación, viento y lluvia) y Connect aplica lo previsto en tus programas con suavidad. Resultado: aire nuevo, hojas secas, temperatura estable y protección antihelada cuando toca—sin vaciar grados.


Clima bien leído, cultivo a salvo

Ventilar en épocas frías no es un dogma de “abrir mucho” ni una superstición de “no toques nada”. Es escuchar el clima y mover el aire con elegancia: poco, en el momento adecuado, por el lugar correcto. Con sensores que te digan la verdad y una automatización que ejecute sin ocurrencias, el invernadero respira y el calor se queda en casa. Si eso está bien hecho, el resto —sanidad del cultivo, confort de trabajo y consumo energético sensato— se coloca solo.

Quédate con esta idea simple: ver → decidir → actuar con suavidad. Ver lo que pasa dentro y fuera (HR, DPV, luz, viento y lluvia), decidir si compensa y actuar lo justo para quitar humedad sin vaciar grados. Repite solo cuando el clima lo pida, no por rutina. Así desaparece la condensación, el follaje llega seco a media mañana y la temperatura se mantiene estable.

Mañana a primera hora, mira HR y DPV y, cuando empiece a entrar luz, haz una apertura breve por el cenital. Si IKOS está configurado, deja que aplique lo previsto; si no, verás igual la diferencia: menos rocío, hojas más secas y los grados donde deben estar. No hay truco: solo clima bien leído y un invernadero que hace exactamente lo que necesita.

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